sábado, 8 de septiembre de 2007

Disipando la ilusión del yo

Disipando la ilusión del yo
y
Liberándonos de la infelicidad.


Aión Melquisedeck.

Haciéndome la vida de cuadritos.

PODEMOS VIVIR MUCHOS AÑOS, SIN EMBARGO TARDAMOS SOLO UNOS SEGUNDOS EN MORIR, POR ESO ES IMPORTANTE CAMINAR POR LA VIDA EN BUSCA DE UNO MISMO

Trama:

Monólogo de un hombre que va narrando sus experiencias, analizando el sistema de vida.

Ocasionalmente se encuentra con algunos amigos con los que charla acerca de sus respectivas formas de vida:

1.- Amiga: Alicia Chantal; Mujer casada con problemas matrimoniales, puede enseñar sus frustraciones, impotencia, odio, insatisfacción, sus anhelos, sus oportunidades.


2.- Amigo: Mauricio Escalante; Que ha experimentado de todo, ser hedonista al que sólo le interesa vivir y ganar dinero.


3.- Amigo: Luis Quevedo y Quevedo; Insatisfecho, no se ha encontrado a sí mismo, quiere cambiar pero no puede, se siente una persona insignificante, necesita confianza.

4.- Encuentro con la realidad exterior, con la modernidad. El mundo externo es diferente del interno, es necesario complementarlos, no dejando que el uno sea más que el otro.

5.- Amiga: Ana Cristina Miranda; Ansiaba tener hijos sin lograrlo, después los tuvo, pero los perdió en un accidente de transito;

6.- Amigo: Ismael Ruiz y Cortina; Exitoso, pero sólo en el aspecto material y profesional, hombre egoísta y ruin;

7.- Amigo: Sebastián Casals; Exitoso en todos los aspectos, al menos así lo creía, pero descubre que no fue así, que siempre necesitó algo más y que sólo descubre días o minutos antes de morir.


*


En este apresurado relato, el hombre que narra tal vez ni siquiera sepa lo que esta diciendo, porque no es un experto en la materia, pero si vierte en él su experiencia personal, sus propias angustias, sus inseguridades, el no saber tampoco quien es él. De la misma manera se pone en el plano del observador y, puede decirnos lo que ve, lo que siente, lo que presiente.

Son actos reales, que trataran de dejar huella en el interior de todos los que se atrevan a confrontarse, son referencias temporales del presente y de lo que podría pasarnos en el futuro, sí es que no tenemos cuidado.

No buscamos razones lógicas, tampoco fundamentaciones científicas, por eso cualquiera puede abandonar el seguirnos, pero si no lo hace, sí acaso se engancha con nuestras argumentaciones, estará en vías de encontrarse así mismo, estará en posibilidades de enfrentarse con sus sentimientos y con su propia emotividad; Se verá atrapado, sin embargo, en una realidad que bien pudiera ser la suya.

No se pretende comprender todos los conflictos humanos, que por otra parte sería imposible de hacerlo, sino tan sólo relatar la experiencia de los protagonistas.

El ser humano, creación maravillosa de la Naturaleza puede morir en tan sólo unos segundos. La diferencia es cuando esto ocurre de manera natural o, cuando ocurre porque el hombre o la mujer se dejan morir, sin siquiera haber sabido lo que significaba vivir.

Lo que se pretende en cambio, es que el lector pueda encontrarse consigo mismo, poniéndose en el lugar del otro, haciendo suyas experiencias ajenas, que no por ser ajenas le parezcan extrañas.

Que exista afinidad. Eso es lo que se pretende.

Que se sienta uno identificado. Eso sin lugar a dudas es lo que va a pasar

Es tratar de encontrarse a uno mismo antes de encontrar al otro, para precisamente no esperar nada de él, para poder ser tú, sin tener que echarle la culpa a nadie de tu infelicidad.

Se tratara de aprender a no vivir con el pasado, sino aprender de él, a vivir sin historia, sin culpas, ni remordimientos.

Será aprender a ser tu mismo, para no ver tu felicidad o infelicidad a través de ojos ajenos.

Lograremos entonces tener fuerza de convicción para descubrir nuestro interior, para descubrir nuestra verdad, para tener fe en la transformación que habremos de ver en nosotros mismos, en nuestra verdad interior.

Trataremos de romper con esa interpretación nihilista del miedo al no ser.

Por eso sólo interesarán los momentos que has sido feliz, desde tú niñez hasta el presente, porque el otro tiempo no tiene importancia y si no baste con leer la:
Historia de un hombre que yo definiría como un buscador..., es el cuento que relata Jorge Bucay en su libro “Cuentos para pensar”:

Un buscador es alguien que busca, no necesariamente alguien que encuentra.Tampoco es alguien que, necesariamente, sabe que es lo que esta buscando.Es simplemente alguien para quien su vida es una búsqueda.

Un día, el buscador sintió que debería ir a la ciudad de Kammir. Él había aprendido a hacer caso riguroso a esas sensaciones que venían de un lugar desconocido de sí mismo, de modo que dejo todo y partió. Después de dos días de marcha por los polvorientos caminos diviso a lo lejos la ciudad de Kammir.Un poco antes de llegar al pueblo una colina a la derecha del sendero le llamo mucho la atención estaba tapizada de un verde maravilloso y había un montón de árboles, pájaros y flores bellas. La rodeaba por completo una especie de valla de madera lustrada... Una portezuela de bronce lo invitaba a entrar. De pronto sintió que olvidaba el pueblo y sucumbió ante la tentación de descansar por un momento en ese lugar.El buscador traspaso el portal y camino lentamente entre las piedras blancas que estaban distribuidas como al azar, entre los árboles. Dejo que sus ojos se posaran como mariposas en cada detalle de este paraíso multicolor.Sus ojos eran los de un buscador, y quizás por eso descubrió sobre una de las piedras, aquella inscripción: Aquí yace Abdul Tareg vivió 8 años, 6 meses, 2 semanas y 3 días. Se sobrecogió un poco al darse cuenta que esa piedra no era simplemente una piedra, era una lapida. Sintió pena al pensar que un niño de tan corta edad estuviera enterrado en ese lugar. Mirando a su alrededor el hombre se dio cuenta que la piedra de al lado tenia también una inscripción. Se acerco a leerla. Decía: Aquí yace Yamir Kalib vivió 5 años, 8 meses y 3 semanas.El buscador se sintió terriblemente abatido. Ese hermoso lugar era un cementerio y cada piedra, una tumba. Una por una leyó las lapidas. Todas tenían inscripciones similares: un nombre y el tiempo de vida exacto del muerto. Pero lo que más lo conecto con el espanto fue comprobar que el que más tiempo había vivido sobrepasaba apenas los 11 años. Embargado por un dolor terrible se sentó y se puso a llorar.El cuidador del cementerio, que pasaba por ahí, se acerco. Lo miro llorar por un rato en silencio y luego le pregunto si lloraba por algún familiar.No, ningún familiar dijo el buscador. ¿Que pasa con este pueblo? ¿Que cosa terrible hay en esta ciudad... ? ¿Por qué tantos niños muertos enterrados en este lugar... ? ¿Cuál es la horrible maldición que pesa sobre esta gente que los ha obligado a construir un cementerio de niños... ?El anciano respondió:- Puede usted serenarse. No hay tal maldición. Lo que sucede es que aquí tenemos una vieja costumbre. Le contare... Cuando un joven cumple quince años sus padres le regalan una libreta como esta que tengo aquí colgando del cuello. Y es tradición entre nosotros que a partir de ese momento, cada vez que uno disfruta intensamente de algo, abra la libreta y anote en ella: - A la izquierda, que fue lo disfrutado... a la derecha, cuanto tiempo duro el gozo.Conoció a su novia, y se enamoro de ella. ¿Cuánto tiempo duro esa pasión enorme y el placer de conocerla? ¿Una semana... ? ¿Dos... ? ¿Tres semanas y media... ? Y después..., la emoción del primer beso, el placer maravilloso de la primera noche, ¿cuánto duro el minuto y medio del beso... ? ¿Dos días... ? ¿Una semana... ? ¿Y el casamiento de sus amigos... ? ¿Y el viaje más deseado... ? ¿Y el encuentro con quien vuelve de un país lejano... ? ¿Cuánto tiempo duro el disfrutar de esas sensaciones... ? ¿Horas... ? ¿Días... ? Así... vamos anotando en la libreta cada momento que disfrutamos.Cuando alguien muere es nuestra costumbre abrir su libreta y sumar el tiempo de lo disfrutado, para escribirlo sobre su tumba, porque es, amigo caminante, el único y verdadero tiempo VIVIDO.

No desperdiciemos nuestro ser y nuestro tiempo, como diría Heidegger o, Lévinas. No se trata tampoco de olvidar el pasado, para vivir el presente, sin importar el futuro; no es una suerte de evasión a la universalidad, a favor de una perfección solamente asequible a unos cuantos privilegiados, se trata solamente de comprender todo lo que se nos ofrece, que no es poco, el simple hecho de poder vivir, que ya es mucho. Tarde es cuando nos damos cuenta que no hemos vivido, que morimos siendo aun unos niños, pero que eso ya es historia, que es pasado y que el pasado es irreversible.

Todos sabemos que la historia es el resultado de hechos, éstos pueden ser predeterminados, determinados, sujetos a reglas de causalidad, o ser simplemente manipulados, por lo que carecen de importancia sí éstos ocurren o no. El proceso histórico así lo demuestra, la historia es simplemente algo que ya sucedió.

La vida, por ejemplo, esta inundada de valores culturales y fragmentos de saber, de acuerdo a especialidades, sistemas y funciones. Cada uno de estos valores puede ser significativos o carecer de importancia, según el punto de vista de quien los mire.

Siglos y décadas de transición, progreso y retroceso, nos muestran como los valores y fragmentos cambian; vidas sangrientas, millones de muertos y víctimas causados por guerras, holocaustos, suicidios masivos, terrorismo, son acaecimientos que, hacen que la vida cambie; los hechos poco importan, importa la angustia, el miedo, la incertidumbre, la universalidad, importa la dialéctica.

Toda tradición tiene su encantamiento, a cada cual subyuga, a algunos encanta y a otros desencanta. Empero, es nuestro tiempo el que importa, es nuestra experiencia la realmente valiosa, es nuestra sobrevivencia la que debe de importarnos, aunque muchos no queramos verla porque no hemos despertado, vivimos dentro de la ignorancia y atrapados en cuestiones ajenas, en libres albedríos perfectamente delimitados, en subordinaciones y servidumbres, en una palabra, en esclavitudes, interior o exteriormente impuestas.

La autonomía, sólo la tienen los espíritus libres, los que renuncian al pasado y al futuro, los que viven el presente, sin aferrarse al futuro y sin que les importe su pasado, los que no evaden responsabilidades, los que han asimilado la verdad.

La vida es simple supervivencia, nunca hay que olvidarlo.

Estamos vivos porque tenemos suerte y no porque tengamos salud o estemos jóvenes. Lo que verdaderamente es importante es que seguimos vivos, pero al parecer no nos damos cuenta de ello.

¿Por qué dejar al destino el manejo de nuestra vida?

Si sabemos que la historia es simple acaecimiento, que los hechos poco o nada importan, entonces porque restarle valor a los días que vivimos.

Los viejos darían todo lo que poseen por volver a tener juventud. "Mi reino por un vaso de agua, decía el Rey que se moría de sed perdido en el desierto", Sí nosotros poseemos ese vaso de agua, ó si aunque seamos viejos nos sentimos jóvenes.

¿Por qué entonces no disfrutar lo poco o mucho que nos queda de vida?

Empecemos a buscarle un sentido a la vida. Vamos a creárselo, sí es que no lo encontramos o, ya nos cansamos de buscarlo. Seamos nosotros mismos otra vez, esta puede ser una nueva, o quizás tu última oportunidad, no la desaproveches.

¿Cuál entonces es nuestro camino?

Toca a nosotros encontrarlo.

Cada uno de nosotros conoce las fuerzas que actúan dentro de su ser. Es esa fuerza interna la que nos da independencia y libertad de elección, la que nos ayuda a elegir y nos da experiencia. No la desatendamos, comprendámosla, para que nos siga dando fuerza, coraje y ganas de seguir viviendo.

No anhelemos lo que no tenemos, mejor disfrutemos lo que tenemos.

Lo aquí escrito refleja nuestras vivencias y la de todos ustedes, así como la de muchos especialistas sobre el tema, por lo que quedo profundamente agradecido con: Adorno, Theodor; Alberoni, Francesco; Banks, Russell; Beck, Ulrich; Bucay, Jorge, Comte-Sponeville, André; Davidson, Donald; De Mello, Anthony; Dussel, Enrique; Ferry, Luc; Foucault, Michel; Freud, Zigmund; Fromm, Erik; Giddens, Anthony; Habermas, Jurgen; Horkheimer, Max; Hegel; Hesse, Hermann; Izuzquiza, Ignacio; Hopenhayn, Martín; Junger, Ernest; Kant; Kosellek, Reinhart; Levinas, Emmanuel; Luhumann, Niklas; May, Rollo; Nietzsche, Friedrich; Lyotard, Jean-Francois; Llano, Carlos; Merton, Robert; Morín, Edgar; Parsons, Talcott; Popper, Karl; Powell, John; Unamuno, Miguel; Revel. Jeaun-Francois; Ricard, Mattieu; Ring, Kenneth; Salinas, Silvia; Toffler, Alvin; Vatimmo, Gianni; Weber, Max; Yalom, Irvin D; y muchos otros autores, quienes, sin su pensamiento hecho público, no hubiera yo tenido la oportunidad de escribir este ensayo.

Los cuentos que se incluyen dentro del texto, me fueron enviados vía Internet, por lo que desconozco la autoría, que sin embargo no deja de ser pública. Empero, pido disculpas anticipadas.

Para terminar esta preámbulo, me parece pertinente oír lo que dice el poeta yanqui. Walt Whitman: “Aquel que camina una sola legua sin amor, camina amortajado hacia su propio funeral.”

¿Cómo nos sentimos nosotros?

¿Felices o amortajados?

Esa, es nuestra decisión, porque el amar es una decisión, nunca hay que olvidarlo.

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