sábado, 8 de septiembre de 2007

Mauricio Escalante.

2.- Mauricio Escalante.



Amanecía, y el nuevo sol pintaba de oro el firmamento; siempre me gustaba al levantarme dejar que el sol bañara mi cara y entrara de lleno en mi habitación, había tenido un largo sueño. Siempre he pensado que un diminuto cambio hoy nos lleva a un mañana dramáticamente distinto. Podemos encontrarnos con grandiosas recompensas para quienes escogen los caminos adecuados.

La vida suele parecer la misma cada día por la mañana, pero esta llena de elecciones que hacen que siempre sea diferente, salvo la rutina impuesta por el trabajo mecanizado; estamos llenos de ideales, pero es necesario el esfuerzo diario a fin de alcanzarlos.

El día de hoy, pensé y los siguientes de este fin de semana, no iba a necesitar de un gran esfuerzo para alcanzarlos, saldría de fin de semana con mi amigo Mauricio, íbamos a Miami.

Mauricio era un hombre despreocupado por la vida -siempre he tenido esa impresión- es alegre, vigoroso, un hombre atractivo, de esos que parece no faltarles nada, es rico, de buena familia, siempre acostumbrado a disfrutar y a ver el lado agradable de las cosas.

Nos quedamos de ver en el aeropuerto, el vuelo salía exacto a las doce del día, yo había llegado con dos horas de anticipación, y estaba a la espera de que Mauricio llegara. Sabía que él llegaría barriéndose, como era su costumbre, solía levantarse lo más tarde que se pudiera, este tipo de personas suelen tener un sueño altamente reparador, sin nada que los perturbe, sueñan que son dueños del mundo, que éste les pertenece y en el que pueden hacer todo lo que les plazca. La gente común y corriente, sin embargo, pasan el día pensando cómo resolver sus problemas.

Faltando escasa media hora para las doce llego Mauricio, jovial y alegre como siempre,

-¿Ya te documentaste? Preguntó.

-Desde hace hora y media, ¡respondí!-Magnífico, déjame hacerlo a mí y nos vamos.

Después de haberse documentado, corrimos a la sala veintitrés, que es la que nos habían asignado, llegamos desfalleciendo, pero aún a tiempo para abordar el avión, parecía que sólo nos estaban esperando a nosotros, porque inmediatamente al subir al avión, éste cerró sus puertas, para echar a andar hacia la pista.

Que rico –dijo,

A cualquier otra persona le parecerían insolentes y con una gran falta de respeto esas actitudes. A mí, sin embargo, ya me había acostumbrado, después de haber salido varias veces con Mauricio y otros de sus amigos, igual de hedonistas que él.

Mauricio podía darse el lujo, inclusive de perder su vuelo, no podía permitirse tomar vuelos tan temprano, aunque si la ocasión lo ameritaba, bien podía hacer sus excepciones, como cuando éste a la vez, iba a realizar un buen negocio que le redituara unos cuantos miles de pesos.

-Ya me hacía falta un buen bañito de sol, me dijo quitándose los audífonos y apurando su bebida, solicitando a la vez otra.

Yo por mi parte me moví de mi sillón para poder gozar un poco más del sol que escasamente entraba por la ventanilla, me sorprendió la falta de tensión y de fatiga que había estado sintiendo en el cuerpo. Sin lugar a dudas tenía buenas razones para sentirme cansado. Mis deberes habían sido abrumadores en los últimos días.

El señor presidente había tenido a bien considerar un cambio en su gabinete, y cambiar al Secretario de Turismo. En la Secretaría de Turismo yo era el Director de lo Contencioso, en su Dirección General de Asuntos Jurídicos.

Como es costumbre en nuestro país, cuando sé esta en presencia de un cambio gubernamental, es común que los niveles de mandos medios y superiores tengan lista su renuncia, para que el equipo del nuevo Secretario de Estado pueda llegar sin ningún problema -el servicio civil de carrera no funciona- lo cual es lamentable.

A los tres días del cambio, ya se había designado un nuevo Director General y un nuevo Director de lo Contencioso; me vi forzado a entregar mi puesto, después de ocho largos años de haberme entregado a mi trabajo en esa dependencia. Me sentí terriblemente desmoralizado, frustrado, impotente, que se pude hacer en estos casos, nada absolutamente nada, esperar y buscar por una nueva oportunidad de trabajo que nos permita seguir desarrollarnos profesionalmente, ese es al menos es sentir de la mayor parte de la burocracia en México, esperar a colocarnos, o esperar a que un buen amigo se apiade de nosotros y nos dé cobijo en algún otro cargo.

Yo siempre me había sentido un hombre afortunado, ya que desde hacía mucho tiempo nunca había sido un problema él encontrarme sustento, así como el de siempre haber podido resolver mis problemas. Un día hace ya muchos años, recuerdo que le pregunte a un amigo que es joyero, que no entendía por qué la gente se le hacía tan difícil ganar dinero, sí tan sólo vendiendo algo, lavando un coche, ganaba uno más que el simple salario mínimo que se gana actualmente en nuestro país. Él me respondió -y eso es algo que nunca he podido olvidar- no todos tenemos la misma capacidad para hacer las cosas, hay personas que aunque quieran no pueden hacerlo, tú afortunadamente tienes esa capacidad ¡Aprovéchala!

Siempre he tenido en mi memoria este pensamiento, me ha acompañado siempre. He logrado mucho, lo sé. ¿Pero será suficiente? ¿Qué más hace falta?

Hasta ahora no tengo una buena casa en el campo, un rancho, caballos, no tengo una alberca. Siempre he considerado que tengo la capacidad para hacerlo, Por lo que me pregunto: ¿Seré de esos hombres afortunados? ¿O no lo soy?

Una de las constantes llegadas de las azafatas, una pequeña turbulencia, así como el ruido del avión, me sacó de mis cavilaciones. En esos momentos me sentí, como los ricos, o a aquéllos a los que sólo les interesa el placer, que no se permiten que el ruido, los olores vulgares, las distracciones les recuerden el mundo real.

Ahora me veía vestido como Mauricio y muchos de sus amigos, con un lujo análogo, prefiriendo el atuendo de marca, preferentemente Gucci, Boss, Ferragamo, Armani. La imitación de sus opulentos gustos y la irresponsabilidad económica, hacían que se encontrara uno en constantes deudas, en mi caso no era constante, porque yo no llevaba ese ritmo de vida, me gustaba, me atraía, era algo que no podía negar, pero no estaba en condiciones de afrontarlo.

En el caso de muchas personas de esta clase, su ritmo de vida, el despilfarro, los hacen a veces inclusive afrontar demandas civiles, denuncias por fraude, visitas a la cárcel, el tener que abandonar precipitadamente ciudades para evitar ser detenido, ahora conozco a varios que viven, por ejemplo en Miami, a fin de evitar esas eventualidades.

Se entregan en forma constante a la felicidad, y tratan a todos como si fueran sus pares, deseando que todos sean como ellos y que les sigan el ritmo. Son tales sus desenfrenos, que inclusive en su soledad, que es donde descubren que no son del todo felices, tratan de hacerlo, así, se habitúan a la felicidad artificial, tomando medicamentos euforizantes, tranquilizantes, analgésicos, hasta llegar, por supuesto a los narcóticos.

Son símbolos de rebeldía y de buen humor, les gustan todos los placeres, desde los culinarios, los amorosos, sexuales, les encanta desperdiciar el tiempo, la vida nocturna, les fascina dormir y ser atendidos por todo mundo, y a fin de lograr sus deseos no les importa pasar por sobre todo el mundo, así sea arruinándolos.

Son encantadores, brillantes, atrayentes, da gusto imitarlos porque son felices, ¿A quien no le gusta la felicidad?

Llegamos al hotel, teníamos una habitación espléndida, descansamos un rato, y salimos a caminar, decidimos ir a cenar y hacer algunas compras en Ball Harbor, cenamos en el Carpacho, espléndido restaurante italiano. Regresamos al hotel, cargados de compras, llegamos rendidos. Después de tomar una larga siesta, había que tomar un baño y salir a divertirnos, la noche era mucho muy joven y había que disfrutarla.

Mauricio, por su parte saldría -como es su costumbre- a disfrutar de la vida, yo, por la mía, saldría para no verme abrumado por la angustia existencial que supone darse cuenta él “estar en este mundo”, sobre todo un mundo que no era el mío, pero que parecía disfrutar en un grado extremo, los placeres son precisamente eso, placeres.¡Vamos pues a disfrutarlos!

Mauricio tenía una gran audacia personal y una astuta perspicacia para todo aquello que oliera a dinero, le gustaba jugar y apostar, el dinero fácil era su mayor pasión. Por eso aunque estuviera en una fiesta o en una discoteca, como era éste el caso, no perdía la oportunidad para ganarse un dinero extra. Mauricio no tenía ningún problema con cuestiones existenciales, simplemente vivía.

Nunca se había preguntado por cuestiones que se refieren a: ¿Cómo debo vivir? ¿Qué necesito? ¿Qué debo hacer? ¿Hacia dónde voy? ¿Quién soy? Así es Mauricio y muchos como él, simplemente viven, no saben como hacerlo, sólo lo hacen.

Doctrinas morales que se han ocupado de ello, las relacionan con cuestiones como la felicidad, el desarrollo personal, la virtud, el bien común, la superación, la formación desde la niñez, el ambiente familiar, el sentido de identidad, y muchos otros.

En el plano ínter subjetivo, estos valores sólo se entienden cuando se dan relaciones de identidad y de reciprocidad.

Es difícil ser honesto, cuando incluso la sociedad y el medio en que te desenvuelves te piden lo contrario.

En esta sociedad de riesgo te tienes que andar cuidando de todo y de todos, las máscaras abundan, el engaño y el oportunismo parecen ser la regla general.

Las personas te adulan cuando tienes algo que ofrecer, si no interesas eres echado a un lado.

Las personas cuidan de sus intereses, si puedes participar en ellos, manteniéndolos o acrecentándolos, bienvenido, si no, a veces ni las gracias recibes. Cuando tu tienes valores, eres virtuoso, generoso, honesto, responsable, y te encuentras a alguien que no lo sabe valorar o que se aprovecha de ellos, tu respuesta es de desengaño, de rencor.

Cuando hemos sido socializados en alguna forma, nos volvemos vulnerables, de ahí que necesitemos de alguna protección específica, en el caso externo, existen organismos creados ex profeso para ello, en caso de conflicto y de vulneración de nuestros derechos, el poder público entra en funcionamiento. Pero en caso de disputas morales, el problema es diferente, los deberes y obligaciones son interiores y entran en juego los sentimientos; nuestras reacciones emocionales pueden ser diversas, pues implican valoraciones, de acuerdo al sujeto que las sufre, pueden ser de indiferencia pero también de resentimiento; de enemistad, o de odio y venganza; de indignación o de admiración.

El concepto de vida terrena y divina creada a base de premios y castigos; el concepto de inmortalidad y trascendencia, no operan en gente como Mauricio, a éstos sólo les interesan los premios no los castigos, no les interesa la trascendencia sino el narcisismo nato de su culto a la personalidad y al goce y disfrute de lo que les ofrece la vida en el plano material.

Son egocéntricos, apegados a sí mismos, son el centro del universo, el mundo les ofrece todas las cosas que quieren. La mayoría, no son ególatras eso es cierto, es decir, no suponen que los demás tienen la obligación de quererlos a ellos, aunque si quieren que sean como ellos, desean fervientemente que sus seres queridos, sus amigos, y todos aquellos que están cerca, disfruten y gocen lo que la vida les ofrece.

Son materialistas en el sentido vulgar de la palabra, no tienen ideales, viven por el solo placer del vivir; son gente despreocupada, conchuda, como se dice por ahí, viven por el placer y para el placer; les interesa la buena comida, el descanso, unas buenas vacaciones, viven para su cuerpo y para su estómago.

Es muy interesante convivir con alguien así, porque te contagian, te hacen ver la vida de diferente manera, y si hacen que te despreocupes, aunque sea por unos momentos, pues bienvenida sea su compañía.

Así me sentía siempre que estaba con personas con esta clase de naturaleza, no necesariamente tienen que tener dinero para poder disfrutar de la vida, ese es un valor malentendido; es cierto que el dinero es necesario pero no indispensable, pero necesitas una buena formación para poder entenderlo.

Se puede ser feliz comiendo frijoles y yendo a Chapultepec a pasear, Oaxtepec es un muy buen balneario, sólo tienes que verlo y sentirlo, desafortunadamente muchos no parecen percatarse, son inconformes con la vida, de ahí que vivan angustiados e inseguros de sí mismos; de ahí que vivan envidiando al que tiene dinero, por ejemplo.

La gente vive de acuerdo a sus posibilidades, eso es cierto, y no es consuelo de tontos, es simplemente darse cuenta de nuestra realidad, así sea ésta triste, hay que poder verla para poder superarla, eso es todo. Y si no tenemos esa capacidad, pues entonces hay que buscarla.¡Vive feliz con lo que tienes, ese es el secreto!

Yo sé que hay personas que pueden tomar su avión privado y estar comiendo ese día en New York o en París, si ese es tu caso, felicidades, pero si no lo es, no te angusties, unos buenos tacos y una visita a Acapulco en camión, hacen las mismas veces, igual vas a comer bien, e igual te vas a divertir.

No es el lugar el que importa, eres tú, es el haberte encontrado a tí mismo.

Que será más importante, buscar dinero, o buscarte a tí mismo. Es necesario hacer un profundo ejercicio de reflexión, tal vez estemos perdidos y no lo sabemos.

Pues bien había que darse un buen bañito, así que decidimos bajar al Spa a hacerlo. Nos metimos al jacuzzi, había cuatro en el lugar, tres con diferentes grados de temperatura, hasta llegar al extremadamente caliente, y uno con agua completamente helada, es más, con hielos dentro. Después pasamos al baño sauna, para rematar con un buen masaje.

Ahora estábamos listos, salimos a caminar por South Beach, entramos a un restaurante a cenar algo, pedimos Langosta y una buena botella de vino blanco, platicamos de cosas sin importancia, nos encontramos a algunos amigos.

Estas son la clase de cosas que uno quisiera estar haciendo siempre ¡no!

Terminamos, pedimos unos aperitivos y dejamos que la vida pasara sin que nada nos importara.

Nos fuimos a la Discoteca de moda, al “Living room” -siempre hay una a la que va más gente.

Mauricio y otra pareja que nos acompañaba entraron sin dificultad al lugar, pero a mí no me dejaron pasar. Argumentaron que el lugar estaba lleno, lo cual era cierto y afuera esperaban cerca de cincuenta personas para entrar.

La verdad, era el racismo y la discriminación Uno se da cuenta de ello, se da cuenta que no estás en su círculo, no perteneces a cierta clase social privilegiada. Ellos, por su parte, son expertos en detectar las diferencias sociales. La mona aunque de seda se vista mona se queda. Eso era aplicable a mi persona en estos momentos, es feo darse cuenta de ello, más feo experimentarlo.

Lo que a mí me angustiaba en esos momentos era el sentir el rechazo y la discriminación, te das cuenta que otros te ven y te sientes chiquito, trágame tierra, mejor no hubiera ido a ese lugar, mejor me hubiera quedado en mi casa.

La verdad es que los demás ni siquiera se han dado cuenta, uno es el que hace la diferencia, los demás ni te pelan y tú ya te sientes inseguro, ya te sientes menos.

En esos momentos salió Mauricio, el sí que estaba en su ambiente, ya tenía una copa en la mano, y se veía que por los menos ya había bailado dos o tres piezas de música. No te preocupes, ahorita entras -me recalcó.

Se veía que no estaba tan fácil que yo entrara, porque lo veía convenciendo al gerente o al encargado del lugar para que me dejaran entrar. Dos o tres veces salió, para decirme que no me impacientara, que así se ponen siempre en ese lugar, que era normal, más lo hacía para tranquilizarme, porque se daba cuenta de los verdaderos motivos para que no me dejaran entrar. Al menos eso es lo que se imagina uno que piensan, cuando en realidad esas cosas ni siquiera pasan por su cabeza, poco o nada les importa lo que uno pase, simplemente para ellos es decir, ni modo mano no quieren o vamonos a otro lugar.

Uno es el del problema no ellos, pero es a nosotros a quienes afectan.

La vida es difícil, pero es uno el que la hace que sea más. Por ejemplo:

Si uno va caminando por la calle, y de repente nos caemos ya sea por descuido, o por accidente, por que pisamos una cáscara de plátano, la gente se ríe de nosotros, es una situación graciosa, nadie lo puede negar. Lo que pasa es que se están riendo de nosotros y quisiéramos desaparecer del lugar, quisiéramos no haber pasado por ahí, por qué salimos de casa ese día, ¡maldita sea!

Si vamos en el camión o en el metro y nos pasa algo, hasta nos bajamos en la siguiente parada, con tal de que no se sigan burlando de nosotros.

Pero lo que pasa en realidad es algo muy diferente a lo que nos imaginamos. Para ello vamos e ponernos en el plano del observador: No somos nosotros los que nos caímos, sino que es alguien más. Pues bien, al igual que ellos también nos reímos, es más hasta nos burlamos. ¡Que madrazo se puso este cabrón! Exclamamos. Y si es mujer, peor porque las caídas suelen ser mas graciosas, mas espectaculares. Al cabo de un rato, nosotros ni siquiera nos acordamos que alguien se cayó, ya desapareció de nuestra mente. ¡Ah! Pero al que se cayo, la sensación de ridículo, de inseguridad, la sigue teniendo, inclusive hasta por días. Pueden pasar años y todavía se siguen acordando. Pueden sentirse hasta traumatizados.¿Que curiosa es la vida verdad?

A Mauricio ni siquiera le importaba que a mí no me dejaran pasar, le parecía divertido es cierto, pero de ahí a que se burlara había mucha diferencia. Es más uno es el que ya va predispuesto a que no te dejen pasar, es esa inseguridad que no te deja. Es como los perros que te muerden, porque sienten tu miedo.

Al cabo de un rato regresó Mauricio, ya está pásale -me dijo. Tuve que dar cien dólares para que te dejaran pasar. Pasamos, el lugar estaba atascado de gente, tuve que tomar de dos a cuatro alcoholes seguidos para que se me pasara el mal rato, pero la vida seguía y había que disfrutarla.

Llegamos a la mesa que le habían asignado a Mauricio, y ya se había encontrado a otros amigos y había hecho amistad con otros cuantos -que manera de ser agradable y de hacer amigos rápido- pensé. Para mí no era tan fácil.

Pidió dos botellas de Champaña “Cristal”, y fresas para acompañarla, dicen que le da un sabor incomparable a la champaña -lo cual era cierto- y fue como un imán para las mujeres que se empezaron a acercar. Así que a tomar y a bailar que el mundo se va a acabar.

Había personalidades por doquier, del medio artístico, de la política, ricos, millonarios, personas de buena clase y educación, latinos, europeos, un mosaico de nacionalidades, había de todo, eufóricos, melancólicos, tomados, drogados, entachados, mujeres hermosas. Por cierto, como abundan las mujeres hermosas, bien vestidas, refinadas.

De ahí que pensara. ¿Cómo es posible ver tantas mujeres hermosas y con cuerpos increíbles, si en un balneario cualquiera no las encuentras?

Si al fin y al cabo son mujeres y Dios les dió lo mismo.¿Cómo es posible que unas tengan atributos y otras no?

En Oaxtepec te encuentras pura gorda, muchas guapas es cierto, pero nada que ver con la clase de mujeres que te encuentras en ciertos niveles.¿Cuál es la respuesta?

La verdad yo no sé cual sea, lo que sí sé es que, las mujeres hermosas y bien formadas se cuidan mucho, tampoco para ellas es fácil hacerlo, pero ellas sí lo hacen. Se privan de muchas cosas, van al gimnasio, solamente los que han ido a hacer ejercicio en serio, que no lo han abandonado y que han logrado resultados, saben lo que en verdad es sufrir. ¡No es fácil ir a un gimnasio! Se mantienen a base de dietas y regímenes especiales, tratamientos de belleza, cremas, etcétera.

Ahorran, se compran tratamientos, van con dietistas y especialistas en belleza, y si eso no funciona, le ponen punto final, van con el cirujano plástico y solucionado el problema.¿Por qué unas sí lo hacen y otras no?

Yo no creo que el problema sea el dinero, ni de posición social, tal vez sea de educación, de vanidad, de quererse a sí mismas.

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